Madre mía, encima táctico

Análisis de Redemption Reapers

Análisis de Redemption Reapers

Muchas veces terminamos jugando a cosas de las que renegábamos con ahínco. Me pasó con Elden Ring y con Cuphead y, desde luego, con Fire Emblem: Three Houses. Porque reconozco que el combate por turnos es una cosa que me supera bastante, pero semejante cantidad de gente bonita reunida en una academia me conquistó durante incontables horas. Y, aunque no tiene absolutamente nada que ver en cuanto a temática, el tráiler de gameplay de Redemption Reapers me resultó particularmente llamativo. Tiene también mucho que ver su estética oscurantista, que en cierto modo me recuerda a un híbrido entre Bloodborne y Dragon Age: Origins.

La Brigada de los Halcones Grises es un pequeño cuerpo de élite que vende sus servicios a las naciones que lo precisen, y que actualmente está inmerso en librar al mundo de unos monstruos conocidos como Mort. La Brigada está conformada por personas muy diferentes entre sí, tanto en habilidades como en forma de pensar, lo cual les complementa aunque puede ser origen de rencillas. Sin embargo, algo que les une es la pérdida, de un modo u otro, puesto que la guerra es una constante en el mundo y la tragedia ha terminado por alcanzarles a lo largo de su vida. Entre ellos destaca Sarah, atormentada por los acontecimientos en su pueblo hace dos años. También conoceremos a Glenn (quien ejerce de líder oficioso), Lugh, Urs y Karren. Por el camino hay otros personajes secundarios, como Lorthos, el mensajero de Luden, o Naki, a quien Sarah rescata durante una de las misiones. Al contrario que nuestros cinco protagonistas, no podremos controlarlos, pero sí tienen peso en la historia.

Redemption Reapers es un juego de rol japonés en el que la estrategia es el punto central de la mecánica. Decidiremos qué personaje mover en cada momento, teniendo cada uno de ellos un desplazamiento limitado por el escenario durante cada turno. Las habilidades pueden ser cuerpo a cuerpo o a rango, según cuál hayamos elegido y el arma que empuñe nuestro héroe. Un aspecto muy a tener en cuenta son los ataques consecutivos: dos personajes que estén a distancia de golpear a un enemigo pueden combinar sus fuerzas. Por tanto, hay que calcular al milímetro a qué casilla nos estamos moviendo para así poder aprovechar toda nuestra fuerza de ataque.

Una pantalla de Redemption reapers en la que muestra la puntuación A, obtenida tras superar un nivel sin que caigan aliados y en el mínimo número de turnos posible

Tendremos visión del escenario a nuestro gusto, pudiendo desplazar la cámara para planificar la estrategia, aunque no hay que olvidar que los enemigos no solamente se mueven por la pantalla, sino que también pueden aparecer más tras un número de turnos concreto. La perspectiva es isométrica, y las diversas zonas son grandes de modo que puede tomarse más de un camino para conseguir nuestro objetivo. Porque éste puede ser distinto según el capítulo en el que estemos: en unos deberemos eliminar a todos los Mort, pero en otros habrá que defender a un personaje o simplemente encontrar una vía de escape cuanto antes. Llegado cierto punto de la historia podremos repetir escenarios antiguos para ganar experiencia o recolectar lo que nos hayamos dejado atrás.

En cada mapa hay cofres, que contienen armas u objetos de bonificación, y que en el primer caso podremos utilizar de inmediato con el héroe que corresponda. Así, Karren saca el máximo partido a un arco, pero Lugh ataca usando una lanza. Si hemos conseguido el objeto para el personaje que no puede usarlo, basta con colocarnos al lado del que sí y seleccionar la opción de intercambiar para dárselo. El máximo que puede llevar cada uno es de cinco, y su durabilidad, rango de acción y características son diferentes para cada uno. Y es fundamental atacar con el arma adecuada en el momento preciso, porque de una espada rota o no puede depender la supervivencia de todo el grupo.

Al contrario que en títulos como Fire Emblem: Three Houses (si seleccionábamos esta opción), cuando un personaje pierde toda la salud no muere de forma permanente, sino que se retira. Y menos mal, porque si no nuestras andanzas serían más bien breves. Para recuperar vida contaremos con una poción de único uso por nivel (salvo que accedamos a una casilla específica, que nos permitirá reutilizarla otra vez pero solamente para el personaje que la active) o con artes específicas de sanación, tan escasas como caras de utilizar.  Todos los talentos requieren el gasto de puntos de habilidad, que se resetean por turno, y que nuevamente hará que nos devanemos los sesos para aprovechar al máximo cada oportunidad.

Cuando atacamos, pero también cuando nos golpean, el personaje en cuestión recibe puntos de experiencia, que le servirán para subir de nivel. Pero hay que tener mucho cuidado: si cae en batalla ya no ganará ninguno más y corremos el riesgo de que alguno de ellos quede muy desequilibrado respecto del resto. En concreto en mi partida me ocurrió con Sarah: no cuenta con puntos fuertes de ataque ni de defensa y se pasaba más tiempo fuera de combate que en él. Esto hace que repetir los mapas previos sea prácticamente obligatorio si queremos desenvolvernos con soltura en la historia. Cada vez que completemos un nivel se nos otorgará una puntuación, basada fundamentalmente en cuántos personajes se han debilitado y el número de turnos que hemos necesitado para terminar. Llegan entonces los puntos de experiencia compartidos, que utilizaremos en quien más nos apetezca para mejorar sus habilidades.

Una hoja de personaje de Redemption Reapers, en la que vemos los objetos que porta Lugh, así como sus estadísticas

En cada interludio podremos, además de gastar estos puntos de experiencia, adquirir mejoras para nuestros héroes, bien sea mediante la adquisición de objetos que incrementan sus habilidades, reparando o mejorando las armas, o comprando unas nuevas. El catálogo no es estático, sino que irá aumentando conforme avancemos en la historia. Conseguir dinero no es una tarea precisamente sencilla, y se hace sobre todo mediante la venta de objetos destinados a este fin, como lingotes de cobre, pero también deshaciéndonos de lo que no utilizamos. También podremos consultar los archivos, que corresponden al lore del juego. Por un lado, aparece información de las armas, personajes y enemigos que nos vayamos encontrando, pero también en las diversas fases tendremos coleccionables: notas o cartas dispersas por el mapa y que nos aportarán información extra. Al poder rejugar cada nivel las veces que queramos, no son difíciles de conseguir en una sola partida y por tanto esto disminuye las ganas de volver a comenzar el juego.

Redemption Reapers no cuenta con opciones de dificultad base, y una vez terminada la historia principal podremos activar el modo difícil. No es precisamente un juego sencillo: a veces los personajes tienen más bien poca resistencia y el azar en cuanto a los golpes que propinemos o los que esquivamos juega en nuestra contra. Es por eso que puede llegar a frustrar en algunos momentos, y repetir la fase hasta el paroxismo no es infrecuente. El audio del juego está disponible en inglés o japonés, aunque tenemos traducción al castellano con una localización adecuada. En este aspecto fue donde encontré los únicos bugs de mi partida: en primer lugar, me cambió al audio japonés de forma automática, y varios de los coleccionables me aparecían en otro idioma (en italiano, para ser exactos). No es un fallo que impida el juego, pero sí fue algo inesperado.

He disfrutado mucho de mi aventura acompañando a la Brigada de los Halcones Grises. Redemption Reapers es un juego desafiante que requiere que le prestes atención y planifiques la estrategia, pero la sensación de recompensa al terminar cada nivel es tremenda. Los personajes están bien construidos, la historia es interesante y gráficamente es llamativo, aunque no aporta nada particularmente destacado. Una forma muy buena de cultivar nuestra paciencia y organización mientras intentamos liberar al mundo de la amenaza de los Mort.

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Alystrin
Alystrin @Alystrin

Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"

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