Cuando jugar provoca ansiedad

08/05/2022 | Aonia Midnight | 2 comentarios
Existen muchas formas de regular la ansiedad. Además, cada persona es un mundo y lo que le funciona a una no tiene por qué funcionarle a otra. A mí, por ejemplo, como a mucha gente, me gusta sumergirme en videojuegos, entre otras actividades. Pero, ¿qué pasa cuando esto también puede generarnos ansiedad? Es algo que puede ocurrir y que, de hecho, me ha pasado en más de una ocasión.
Los videojuegos son una actividad ideal para mantener la mente ocupada, pero sin vegetar. Es decir, cuando la vida nos pesa, podemos atrincherarnos en la cama o en el sofá y quemar plataformas de vídeo bajo demanda. Pero se trata de una actividad bastante pasiva en la que, en base, estamos mirando una pantalla, sin tener que prestar mayor atención siquiera. Y es una forma tan válida como cualquier otra.
Sin embargo, cuando utilizamos un videojuego para desconectar, se mantiene lo de pasar el tiempo que sea mirando a una pantalla, pero de forma más activa. Algunos juegos requerirán más atención y otros menos, pero de base se trata de una forma dinámica de pasar el rato. A veces puede que solamente pulsemos un botón para avanzar en la lectura de una visual novel o para seleccionar una respuesta durante los diálogos. Otras puede que debamos concentrarnos para interactuar con el escenario u otros personajes o para resolver algún puzle. O tal vez la vida de nuestro personaje dependa de nuestro nivel de atención y nos interese sumergirnos del todo.
Asimismo, la variedad de títulos y géneros hace que incluso podamos tener rinconcitos seguros. Juegos a los que acudimos cuando necesitamos alejarnos un poco de aquello que nos atormenta. Esos que hemos quemado al máximo, en los que el contador de horas aumenta entre el orgullo y la vergüenza. De los que conocemos los diálogos, el timing de los eventos, la trama, la subtrama y el trasfondo que no se cuenta, pero que sabemos que está ahí. Lugares a los que volvemos por mero placer, ya sea porque queramos buscar detalles que pasamos por alto en visitas anteriores o no. En los que puede que queden cosas por hacer, o que ya hayamos completado tantas veces que iniciar una partida solo implica reiniciar el contador. Tener algo que indique lo que habría que hacer, aunque lo sepamos de sobra.
También están esos juegos que en su momento no nos llenaron o no nos absorbieron con suficiente intensidad, pero que todavía pueden hacernos cambiar de parecer. Hace algún tiempo descubrí que, a veces, no es tanto el título que tenemos entre manos, sino nuestras necesidades. El “no eres tú, soy yo” de los videojuegos. La sintonía entre lo que pide el juego y lo que necesitamos. A menudo traducido en rutinas que se adapten a nuestra situación psicológica, porque ya sabemos lo importantes que son en salud mental.
Cuando aquello que nos atormenta se aleja de nuestro control, precisamos cierta estabilidad, algo que podamos manejar. Con lo que podamos recuperar la sensación, aunque sea en parte, de que no todo está fuera de nuestro alcance. Y, por norma general, solemos inclinarnos por actividades que se nos suelen dar bien: tejer, dibujar, hacer ejercicio, manualidades, puzles, escribir, ordenar o limpiar, etc. Cosas con un principio y un fin, que requieren mayor o menor atención y que tienen objetivos más o menos marcados. Al igual que ocurre en algunos juegos.
Cuando hablamos de rutinas en videojuegos, nos referimos al hecho de cumplir con determinados objetivos del título que hemos escogido. Desde tratar de desbloquear logros u otros elementos hasta completar tareas diarias ya preestablecidas in game. Por ejemplo, actualmente utilizo mucho Immortals Fenyx Rising para evadirme cuando me siento sobrepasada, y estoy aprovechando para completar el juego y sus DLCs al 100%. Pero también os hablamos en su momento de Animal Crossing: New Horizons y lo cómodo que resulta a nivel mental cumplir con las tareas diarias que propone: recolectar fruta, recoger conchas, pescar, capturar bichos, buscar fósiles, tratar de completar el museo, etc. Y lo mismo ocurre tanto en juegos como Los Sims 4 o Stardew Valley, de corte relajado, como en títulos más enérgicos como Fall Guys o The Anacrusis.
Cuando escogemos jugar como estrategia de afrontamiento, tendemos a buscar cumplir con una serie de objetivos que nos generan estabilidad. Y esto puede convertirse en una hoja de doble filo que acabe provocándonos cierta ansiedad. ¿Por qué? Porque estamos fatal de lo nuestro. No, es broma. Se trata de algo simple a la vez que complejo, ya que depende de nuestra tendencia a obsesionarnos y de la forma en que estemos enfocando el juego. Es fácil que, si no controlamos nuestra inmersión, traslademos nuestra ansiedad a lo que estamos haciendo en la partida. Sea por alcanzar antes los objetivos, presionándonos de alguna manera a optimizar nuestra forma de jugar, o por perfeccionismo, frustrándonos más y más con cada error cometido o con posibles penalizaciones. Desvaneciéndose el fin “terapéutico”, por llamarlo de alguna manera, y dejándonos de nuevo ante lo que pretendíamos apaciguar.
¿Os viene a la cabeza algún título con el que os haya ocurrido esto? ¿Alguna vez habéis abierto un juego con la esperanza de desconectar y os ha disparado la ansiedad sin motivo aparente? A mí me ha ocurrido hasta en dos ocasiones con Picross Luna y en algún momento con Stardew Valley.
Picross Luna es una aplicación que instalé hace tiempo, única y exclusivamente porque quería conocer de qué iba ese pasatiempo tan curioso. Y porque la luna me apasiona, no os voy a engañar. El juego cuenta con dos modalidades: historia y normal. En esta última, los nonogramas revelan un objeto más o menos acertado según lo grande que sea el rompecabezas. Mientras que en la historia, cada nonograma forma parte de una imagen mayor que nos desvelará un fragmento de la historieta según avancemos. Mi problema con Picross Luna fue que me frustraba mucho querer avanzar más rápido de lo que me permitía mi habilidad con estos rompecabezas. Así, lo que empezó siendo una aplicación relajada, acabó convirtiéndose en un suplicio.
En cuanto a Stardew Valley, es un título que adoro y al que me gusta volver cada cierto tiempo. Mi relación con este juego está llena de altibajos, ya que empezó sin atraerme demasiado, volvía de vez en cuando sin mucho entusiasmo y, finalmente, me sumergí en sus mecánicas. Llegué incluso a crear una rutina que comenzaba, cada mañana in game, acariciando a todos los animales de la granja y, por supuesto, trabajando los cultivos. Sin embargo, a pesar de tratarse de un juego que no presiona, me abruma el paso del tiempo. Siempre quiero hacer muchas cosas y, a ser posible, antes de terminar el día. Pero las horas corren más que el personaje y acabo dejando de jugar antes de estresarme demasiado como para disfrutar de la experiencia.
Asimismo, también hay juegos que, aunque tienen un tono o apariencia relajante, pueden generarnos ansiedad debido a la forma en que están escritos. En Animal Crossing: New Horizons, por ejemplo, disponemos de horarios para realizar algunas tareas. Sin ir más lejos, la tienda cierra a las diez de la noche y el personaje que vende nabos solamente viene a nuestra isla los domingos por la mañana. Esto nos pone ante la tesitura de planificar nuestro tiempo de juego o cambiar la hora de la consola, convirtiéndolo casi en una responsabilidad o trabajo secundario. Sobre todo si buscamos sacar la máxima rentabilidad de lo que vendemos. Y lo mismo ocurre en algunos juegos para móviles, como Mystic Messenger.
A pesar de ello, debemos ser conscientes de que esta ansiedad no siempre la generan estos juegos por sí mismos. A menudo se trata de la forma en que los afrontamos. De alguna manera, la ansiedad se traslada a la partida y, sin darnos cuenta, hace lo suyo. ¿Mi recomendación? Parar, respirar hondo y considerar cambiar de juego o la forma en que estamos jugando.
Otro tema son los juegos de tipo gacha. Títulos a los que accedemos para desconectar porque sus mecánicas, su historia o su sencillez nos resultan atractivas, pero que implementan ciertos límites. Límites sujetos a pago, claro. Aquí la ansiedad puede jugarnos una mala pasada, generándonos la necesidad de invertir una pequeña cantidad de dinero. Y, a la larga, puede acabar no siendo tan pequeña o incluso llegar a convertirse en un problema bastante serio. En este supuesto, el juego nos provoca una ansiedad de la que pretende sacar provecho.
¿Y qué pasa cuando escogemos un juego en el que la tensión forma parte del mismo? No, no es tan descabellado como parece. A menudo la ansiedad nos envuelve hasta tal punto que sentimos la necesidad de liberarla de forma activa. Para ello, podemos elegir títulos en los que superar una situación estresante provoca alivio. Decantarse por uno de esos videojuegos en los que la frustración forma parte de la experiencia puede parecer contraproducente. Pero derrotar a un enemigo que te ha curtido el lomo durante muchos intentos suscita una sensación única que, además, puede resultar bastante beneficiosa en estos casos. El truco, por llamarlo de alguna manera, está en conocerse y saber en qué punto podemos adentrarnos en un juego tenso y cuándo es mejor evitarlos.
En cualquier caso, si un título no cuenta con factores estresantes, pero nos está generando cierto tipo de angustia, es fundamental aprender a identificar de qué forma podríamos estar proyectando la ansiedad que traemos de antes. Y sobre todo tener paciencia. A menudo las personas somos muy críticas con nosotras mismas, nuestros procesos mentales y nuestros tiempos. Y es muy importante cómo nos tratamos internamente.
Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie
Cuando he empezado a leer automáticamente he pensado en Genshin Impact. Juego desde el día 1, pero hay temporadas en las que juego más o menos, según el tiempo que tenga (tengo una niña pequeña y voy a la universidad). El caso es que yo, si me dejaran libertad, haría todas las secundarias, exploraría todos los mapas tranquilamente… Pero si quieres hacer los eventos temporales no puedes, tienen fecha limitada y en la mayoría tw obligan haber avanzado ciertos puntos de la historia. Se que me los podría saltar, pero perdería misiones con lore, recompensas únicas, etc. Y me ha pasado más de una vez que he tenido que sin tener tiempo he tenido que entrar corriendo, avanzar historia casi sin enterarme por hacerlo en speedrun casi, hacer lo que toque al día rapido del evento para no perderlo, etc. Bonus que sin evento tienes que entrar diariamente a hacer las misiones diarias y gastar la resina que se autorecarga para no perder recursos. Muchos días más que relajarme me estreso un montón al jugarlo 🤦🏻♀️
¡Es una locura! Gracias por compartir tu experiencia ^_^